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Un corazón a tono con la cuaresma

  • paginavoluntasdei
  • 14 feb 2015
  • 3 Min. de lectura

Próximos al miércoles de cenizas, vale la pena comenzar a preparar nuestro corazón para el tiempo de cuaresma, tal como lo hacemos para las distintas épocas del año, al cual damos a nuestro hogar un tono especial según sea la ocasión, tiempo o fiesta. Sin ser cuaresma la excepción, al llegar el inicio de estos cuarenta días, también es necesario poner nuestro hogar a tono. No obstante, esta vez no se trata de sólo engalanar el hogar físico, sino también, el hogar del corazón, espacio sagrado donde el hombre se encuentra a solas con Dios.

A raíz del mensaje del Santo Padre Francisco para la cuaresma de 2015, hemos de pensar él porque es necesario ponernos a tono en estos cuarenta días que pronto inician. En este sentido, el ejemplo de que toda casa requiere con el paso del tiempo de una mano de pintura, es muy útil.

Si pensamos en nuestro corazón como un hogar, es necesario estar atentos a aquello que lo desgasta e impide que cumpla la función de amar. Con esto vemos necesario que un corazón alineado con la cuaresma, sea un corazón sumamente alerta.

De tal manera, este corazón es precisamente aquel que es capaz de combatir la indiferencia, de la cual hoy el Papa nos advierte, ha alcanzado una dimensión global. La historia plantea constantemente preguntas a nuestro corazón por medio de acontecimientos y personas, los cuales a veces son difíciles y penosos. En esta globalización de la indiferencia, nos estamos acostumbrando a no dar respuesta a esas preguntas y dejar, que al igual que el hogar, nuestro corazón se maltrate con el tiempo y la historia, intentando que pase desapercibida.

Pero este tiempo de cuaresma es especial, es una oportunidad para renovar nuestro corazón, para atender a esas preguntas y por sobre todo, para saciar esa necesidad de renovación. Sobre esto el Santo Padre nos interpela hermosamente y cual pintura nueva para una casa, nos invita a renovarnos.

Primeramente nos habla de la Iglesia y para ella nos interpela con la frase de la 1° Carta a los Corintios: Si un miembro sufre, todos sufren con él. Esto es un recordatorio de la imagen paulina del cuerpo místico de Cristo, de la cual todos somos parte, y cada parte es importante. Este sentimiento de comunión, es la expresión contraria a cualquier indiferencia que desgaste nuestro corazón y permita que el corazón del hermano se deteriore.

Junto a esto el Papa cuestiona a nuestras parroquias y comunidades con la pregunta del Génesis (4,9) ¿Dónde está tu hermano? Este segundo punto nos hace pensar que la comunión propia de la Iglesia debe traducirse a cada parroquia, comunidad y familia. Para esto es necesario conocernos, pues sólo así seremos capaces de hacernos cargo de las debilidades del otro, llegando a responder a esa aspiración de que nuestras parroquias y comunidades, inclusive nuestros Equipos, sean islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia. Esta experiencia nos habla no sólo de cuidar nuestro hogar, sino, de cuidar también el hogar del otro; de cuidarnos juntos.

Finalmente aflora la frase del apóstol Santiago (5,8) que titula el texto: Fortalezcan sus corazones. Esta interpelación a la persona creyente, es un llamado a afrontar aquellas malas noticias que día a día bombardean nuestra existencia. La oración, los gestos de caridad y la conversión son tres técnicas infalibles que nos permiten hermosear la fachada de nuestro corazón, y con ello, fortalecerlo profundamente.

Con todo esto, también resulta útil pensar que nuestra espiritualidad de Voluntas Dei es fuente inagotable de ese barniz que renueva el corazón profundamente. La oración, las actitudes de vida y los contactos cristianos son el don que el Señor Dios nos ha regalado para hacer de nuestra vida, levadura para una sociedad, una Iglesia, e incluso un Instituto, que sea más justo y fraterno.

Hagamos, junto al Papa Francisco, viva la plegaria que pide al Señor hacer nuestro corazón semejante al suyo, para que en este Año de la Vida Consagrada pongamos nuestro corazón a tono con este tiempo cuaresmal que tanto bien nos hace.

Iván Carvajal ivDei

Seminarista


 
 
 

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