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El Instituto acepta como miembros a laicos solteros masculinos que hayan escogido el celibato con miras al Reino. Ellos ponen su vida al servicio de la misión de Jesucristo, en Iglesia y en el mundo.

 

Se comprometen por votos a vivir los consejos evangélicos. Aceptan participar en la vida de equipo en el Instituto. Es aqui, donde toma realce la plena consagracion que viven en el instituto.

 

Los miembros laicos actúan con competencia en su dominio específico para ejercer allí un apostolado de testimonio y de servicio. De esta manera con la plena consagracion, integran la plena secularidad. Su medio laboral y familiar, se transforma en su camplo de apostolado; ellos por su vida, se dedican a santificar sus medios temporales, sobretodo desde dentro de él, a modo de la levadura en la masa.

 

Sobre esto, la Lumen Gentium nos dice:  “A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento” (LG 31)

Laicos solteros

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